Argumento
Es probable que una sensación de absurdo onírico se apodere del lector cuando se adentre en la lectura de «Pesadillas de cenas indigestas». También apostamos a que cuando finalice este alucinante viaje por las autopistas del subconsciente el lector deteste para siempre el queso fundido y no lo contemple como posible cena nunca más. aprenderá a sospechar de los amigos que lo inviten a tomarlo. Aprenderá que el infierno está hecho de queso e insomnio.
Páginas publicadas por Winsor McCay, bajo el seudónimo de Silas, en el diario «Evening Telegram» a partir de 1905.